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Los “simuladores de pacientes” que hablan, transpiran, tienen ruidos cardíacos, abdominales y respiratorios, a los que se les pueden ajustar los parámetros clínicos según el caso que ha de resolverse, a quienes se les puede extraer sangre o infundir líquidos, permiten que los médicos aprendan a través de la resolución de casos clínicos con un nivel superlativo de realismo.
Todas las salas cuentan con cámaras Gesell y un sistema avanzado de video el cual registra todo lo sucedido durante las simulaciones para el posterior análisis y discusión de lo actuado (debreafing), contándose para esta actividad de suma importancia para cerrar el aprendizaje con salas donde todos los participantes se reúnen con sus instructores.
Los equipos de cirugía laparoscópica, de endoscopía respiratoria y digestiva y hasta de hemodinamia, todos con tecnología háptica que permite tener la sensibilidad que se tendría con un paciente real, permiten el entrenamiento en prácticas intervencionistas potencialmente riesgosas para el paciente en manos de un médico poco experimentado o en formación.